El ciclo revolucionario, abierto, como acabamos de ver, con la independencia de las colonias inglesas norteamericanas, tuvo su prolongación en Francia donde la revolución logra romper el orden estamental y sustituir el Antiguo Régimen por una sociedad más igualitaria y libre, donde la burguesía logra hacerse con el poder político
Causas de la revolución francesa.
Una combinación de elementos económicos, sociales y político-ideológicos Condujeron en 1789 al estallido de la revolución francesa. Las críticas de los ilustrados proporcionaron los fundamentos ideológicos (división de poderes, monarquía parlamentaria, derechos del hombre…) sobre los que debía apoyarse la revolución.
Antes del estallido revolucionario, la coyuntura económica contribuyó a empeorar la situación social. Entre 1788 y 1789 las malas cosechas provocaron una crisis de subsistencias, un encarecimiento de los productos alimenticios, lo que produjo un hondo descontento popular, tanto en el campo como en las ciudades. Sin embargo, será la crisis financiera del Estado y el comportamiento de los privilegiados (los nobles y el clero) ante la misma, la que desató la crisis política que desembocaría en el triunfo de la revolución. El Estado francés venía atravesando una crisis financiera; estaba endeudado, emitía deuda pública, dado que sus ingresos no eran suficientes para cubrir sus gastos. Para que el Estado pudiera contar con más fondos, los diversos ministros de Hacienda de Luis XVI venían planteando la necesidad de proceder a una reforma fiscal, en la que los privilegiados debían contribuir según sus propiedades. No lo consiguieron; la nobleza y el clero, en efecto, se aferraban a sus privilegios (exención de impuestos) para no pagar.
La nobleza, además, argumentaba que solamente los tres estados del reino (nobleza, clero y tercer estado), reunidos en Estados Generales, tenían autoridad para permitir nuevos impuestos. Así, la oposición de los privilegiados a pagar dio lugar a una crisis política que obligó al rey a convocar los Estados Generales, que no habían sido convocados desde 1614. No imaginaban los privilegiados que estaban abriendo un proceso por el que la burguesía iba a sustituirles al frente del poder.
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