viernes, 29 de septiembre de 2023

TEMA 3: LA REVOLUCIÓN FRANCESA: ETAPAS DEL PROCESO REVOLUCIONARIO ( II)

 

d) La Convención (1792-1794). La proclamación de la República.

La Convención, en su primera sesión, acordó abolir la monarquía y proclamar la República (septiembre de 1792). Esta etapa ofrece dos momentos distintos: en el primero gobiernan los girondinos y en el segundo los jacobinos.
Gobierno girondino. Estaban a favor de un gobierno moderado, pero se vieron desbordados por los jacobinos, partidarios de adoptar medidas radicales.
Los girondinos preferían salvar al monarca, pero no lo consiguieron. Acusado de colaborar con los enemigos de Francia, se le juzga y es condenado: Luis XVI es guillotinado el 21 de enero de 1793 (con la reina Mª Antonieta se hizo otro tanto meses después). Ahora bien, la ejecución del rey contribuyó a crear divisiones dentro de la Convención y a que, la guerra, que ya tenía abierta Francia contra Austria y Prusia, se ampliara con la incorporación de otros países, como España e Inglaterra.
El temor a que la Revolución pudiera verse anulada y la crítica situación económica contribuyeron a movilizar a los jacobinos, quienes, dirigidos por Robespierre, y con el apoyo de los sans-culottes, expulsaron a los girondinos de la Asamblea (junio de 1793), quedando ellos como únicos dueños del poder.
 Gobierno jacobino. La revolución se radicaliza y entra en la etapa más sangrienta, etapa que recibe el nombre de Terror, los opositores políticos son guillotinados y la represión de Robespierre no respeta ni a los miembros de su propio partido. En el plano económico se adoptaron medidas a favor de los sectores populares urbanos, como la ley que limitaba los precios. También se mejoró la condición de los pequeños propietarios agrarios. En el plano político se aprueba la Constitución de 1793 que presenta la novedad de elegir a los representantes por primera vez a través del sufragio universal. La nueva Constitución, sin embargo, nunca entró en vigor. En realidad, Robespierre y sus colaboradores gobernaron manteniendo una auténtica dictadura.

e)  El Directorio (1795-1799).

La situación a la que los jacobinos tenían sometido al país no podía durar mucho tiempo. La burguesía moderada estaba alarmada por el creciente protagonismo que iban tomando las clases populares en París. Así, amplios sectores de esa burguesía más moderada, contrarios a los jacobinos, organizaron un golpe de Estado que triunfó, con rápida ejecución de Roberpierre, llevado a la guillotina (28 de julio de 1794).
La Convención se disolvió siendo sustituida por un Directorio de cinco miembros al frente del poder ejecutivo, elegidos por el poder legislativo compuesto de dos asambleas, la de los Quinientos y el Consejo de los Ancianos, elegidas por sufragio censitario o restringido. En el exterior, Francia iba logrando victorias, pero en el interior el gobierno se veía atacado por los realistas, a favor de restablecer la monarquía borbónica, y por sectores radicales (jacobinos y sansculottes). Para compensar su debilidad, el Directorio terminó buscando el apoyo en el ejército, que venía adquiriendo importancia creciente por las victorias que estaba dando a Francia en el exterior.

e)  El Consulado (1799-1804).

Aprovechando las circunstancias que acaban de anotarse, uno de los militares de mayor prestigio, el general Napoleón Bonaparte,           decidió acabar con  el Directorio dando un golpe de Estado el 9 de noviembre de 1799 (18     Brumario) y estableció como forma de gobierno el Consulado. El poder ejecutivo recaía en tres cónsules, uno de ellos, el primero, cargo que ostenta Napoleón Bonaparte, concentraba todos los poderes. En 1802 se da otro avance en consolidación de su poder personal al ser proclamado cónsul único y vitalicio. En 1804, se culmina este proceso, cuando se proclama a Napoleón Emperador de los franceses. El acto de coronación tuvo lugar en París ante el Papa Pío VII. 
Napoleón, apoyado por el ejército y la burguesía adinerada, consolidó los principios básicos de la Revolución y anuló cualquier intento de restauración monárquica o de radicalismo jacobino.
Su actuación en política interior sirvió de modelo a otros países europeos. Con el Papa Pío VII firmó el Concordato de 1801 por el que el Estado francés se obligaba a mantener los gastos del clero, se aceptaba la venta de sus bienes y se reconocía que la religión católica era la mayoritaria del pueblo francés. Se promulgó un Código Civil (1804), imitado luego en otros muchos países, en el que se recogían muchas de las aspiraciones de la burguesía (la libertad individual, la igualdad ante la ley y la propiedad privada). 

A pesar de toda su obra, su sistema político fue personal y autoritario; el régimen constitucional con separación de poderes logrado por la Revolución se olvidó. En resumen, para unos, la etapa napoleónica fue el epígono glorioso de la Revolución; para otros, una verdadera contrarrevolución. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario