4. El nuevo sistema productivo: máquinas y fábricas
A finales del S XVIII se produjo un cambio económico crucial debido a la mecanización del proceso productivo apoyada en una innovación tecnológica sin precedentes y a la aparición del sistema fabril con la concentración de trabajadores en una fábrica.
La fuerza humana o animal fue sustituida de forma progresiva por la fuerza de las máquinas en los procesos de producción. Las innovaciones se limitaron primero al sector de la industria textil y, algo más tarde a la siderúrgica. Pronto las máquinas se aplicaron a otros sectores industriales, la minería, los transportes y la agricultura.
Las fábricas, por su parte se construyeron cerca de los ríos para aprovechar la energía hidráulica, o en las zonas urbanas donde era fácil abastecerse de carbón para las máquinas de vapor y de mano de obra.
El sistema fabril se caracterizaba por la división del trabajo en los procesos productivos. Sí una persona no fabricaba la totalidad de un producto como ocurría en el sistema artesanal, sino que cada trabajador se especializaba en una parte del proceso de fabricación del producto y controlaba las máquinas.
Este sistema aumentó tanto la producción como la productividad y permitió abaratar los costes de fabricar un producto y, por lo tanto, bajar los precios de venta. Como consecuencia aumentaron las ventas lo que generó elevados beneficios a los propietarios
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